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La Plata, Buenos Aires, Argentina
Educadora Certificada Internacionalmente de MASAJE INFANTIL *Asistente en Rehabilitación Infantil y Estimulación Temprana. *Especialista Certificada en prematurez dentro de la UCIN y fuera de ella. *Especialista en Contacto Intrauterino y vínculo de apego *Especialista en Crianza y Sostén Familiar *Representante de la RELACAHUPAN - Red Latinoamericana y del Caribe para la Humanización del Parto y el Nacimiento-en la ciudad de La Plata *Membro de la Asociación Argentina de Masaje Infantil 58 nº790 e/10 y 11 La Plata Tel.: (0221)484-5803 Celular: (0221)155791025 e-mail: schmidtsilvia@hotmail.com

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Los Padres Cuentan...


El ponerme a escribir qué había sido para mí la experiencia de los masajes, fue un gran desafío. Después de muchas idas y vueltas, ya sea porque cuando me decidía a hacerlo se complicaba escribir con una mano, o era en un horario inadecuado (a las tres de la mañana después de darle la teta donde aparecían todas las palabras precisas para luego olvidarme a la mañana siguiente), vueltas y vueltas, hasta que me decidí. Y es que en realidad, tantas vueltas tenían un por que: me es muy difícil encontrar las palabras que puedan ser justas con lo que sentí sin caer en la sensiblería ni escatimar sensaciones yéndome al otro extremo. Así que decidí ir frente march, sin demasiados preámbulos, como salga…

Y la verdad es que termino pensando que los masajes fueron una excusa, excusa super válida y que los tres disfrutamos diariamente, pero ante todo como adulto, madre primeriza y mujer, encontré el espacio indicado para poder sentirme sostenida, contenida y escuchada. El ser padres es un momento único, increíble y aunque uno lee mucho y escucha a tooodo el mundo, que con la mejor intención te da los “mejores?” consejos, uno se siente en muchos casos solo. Y es porque la mayoría de la gente se dedica a hablarte, a aconsejarte, sin darse cuenta que muchas veces uno necesita hablar y no escuchar…Y eso es lo que encontré. Oídos, ojos y hombros solidarios que me escucharon, me vieron llorar y me contuvieron. Me sentí tan tranquila y relajada que pude hablar de cosas tristes que tuvimos que pasar y que nunca habíamos hablado. Me sentí querida por gente apenas conocida y siento que entramos en una comunión por vivir muchas cosas parecidas y otras no tanto pero que pudimos entender y ponernos en el lugar del otro. Como dijo Ayelén, mamá de Olivia, obviamente esto tuvo que ver con vos, Silvia, con tu manera de transmitir y generar ese espacio de libertad, de cuidado, de respeto, como una Gran mamá Pata protegiendo a sus patitos bajo el ala. Así me sentí y así crecí. Voy a tener siempre el mejor de los recuerdos. Gracias a todos!!

Tamara Ardizzoli, mamá de MATEO





Para nosotros el curso superó nuestras

e xpectat i vas y a q ue cuando decidimos hacerlo pensamos que íbamos a aprender técnicas de masaje y nada mas. Nos sorprendimos al encontrar un espacio en donde compartir con otras familias las vivencias propias del día a día en la crianza de nuestros hijos y ver que a todos nos pasan cosas similares y hay situaciones y sentimientos que escondemos o tal vez no nos atrevemos a desnudar ante cualquiera, así sea de nuestro círculo más íntimo, pero aquí se generó un clima en el que logramos canalizar sentimientos profundos y movilizar una serie de cuestiones ligadas a la crianza. Por unas horas pusimos cable a tierra y descubrimos que no somos perfectos como padres, pero todos tratamos de hacer lo mejor para nuestros hijos, que en definitiva es l o mejor que nos pasó en la vida. Gracias Silvia por haber creado este espacio y ojala muchos padres se sumen al curso.

Mariel Torreta, mamá de MALENA.




Ignacio nació por cesárea hace casi 11 meses. Llevo ese mismo tiempo buscando el camino de retorno a mi cuerpo y a mi parto deseado. En esa búsqueda imparable por reparar el encuentro que no fue, por hallar paz de corazón y de espíritu, por encontrarme como madre, como pareja, como mujer distinta de antes, llegamos todos -mi pareja, mi hijo y yo- al Taller de Masaje Infantil.

En ese espacio encontramos lo que buscábamos: contención, tranquilidad, comprensión, cobijo, y también encontramos lo que n

o buscábamos, porque no sabíamos qué buscar...a nosotros como padres de Ignacio, como pareja, como familia.

Con otros papás y mamás iguales a nosotros, totalmente distintos, nos encontramos unidos en la búsqueda de una forma más amorosa y pro

funda de relacionarnos con nuestros hijos, con nosotros mismos y entre todos, trascendiendo las diferencias sin evitar los conflictos; eso es por si mismo un gran aprendizaje y una gran adquisición.

Si bien es cierto que mi hijo llegó un poco grande al taller y ya empezaba a interesarle muchísimo más el mundo alejado de nosotros, por lo que

masajearlo presentó un desafío un poco más grande que si hubiera sido más chiquito, definitivamente igual valió la pena, valió la pena el intento, la búsqueda y el descubrimiento. Ahora el masaje es una herramienta que usamos para relacionarnos, con más amor que técnica, que es parte del cofre de besos y caricias y apretones que nos damos entre todos.

Un poco más reparados todos, seguimos camino...Gracias, Silvia.

Mariana Aragón, Mamá de Ignacio




Nuestros hijos, el camino

Si arrancara estas palabras con la consabida afirmación que sostiene que “la llegada de un hijo cambia la vida a las personas”, sonaría a verdad de perogrullo o cuanto menos a frase hecha. Sin embargo, sin quedarnos en el aspecto más superficial de la cuestión, la expresión adquiere una impronta fundamental en el marco del estilo de vida que estamos llevando los humanos en los últimos años de nuestra existencia en el mundo. Una autodestructiva y triste existencia.

Es que a través de experiencias como la que acabo de vivir junto a mi pareja y mi hijo en un taller de masajes para bebés, uno siente que el camino de “aprender a ser padres” es la misma senda en la que podemos reencontrarnos con nuestra emociones más profundas, esas que el tiempo y la adultez nos han hecho esconder en un rincón oscuro de nuestras conciencias.

La sonrisa de nuestros vástagos, el sonido de su respiración en la noche, la suavidad de sus manitos o la inconmensurable sensación de eternidad en cada abrazo que les damos, empieza a ser consumida lentamente al calor de “las obligaciones” diarias, hasta hacerlas prácticamente extinguir en reducidas expresiones de cariño tan fugaces como inexpresivas.

Por esto mismo es que la recuperación de prácticas milenarias como la del masaje

corporal (con todos los matices de contacto que esta incluye), se antoja poco menos que fundamental para resistir los embates de una dinámica cotidiana que nos empobrece cada vez más con su machaque constante de indivualismo, lógica implícita en la maldita fórmula del “sálvese quién pueda”.

Es que el capitalismo junto a su aliado inseparable, el consumo, no han conducido al barranco de la desdicha crónica, corriendo sin cesar la frontera de la “felicidad” hacia parajes cada vez más lejanos. Queremos lo que no podemos ser, o lo que supuestamente podríamos ser está cada vez más lejos nuestro. Espejismos creados por la máquina infernal de la producción financiera. Mentiras que todos creemos para no animarnos a pensar en un cambio de fondo.

Así las cosas, ante este panorama sombrío la encantadora tarea de ser padres se ha transformado en un espacio de resistencia de nuestra humanidad más delicada, una correa transmisora que sirve para unir a las almas concientes del planeta en una cruzada que va más allá de posicionamientos ideológicos, religiosos o sociales, y que nos conduce (o debería hacerlo) hacia la búsqueda de condiciones mínimas de acuerdo que nos permitan continuar la secreta y sagrada senda evolutiva, puesta hoy en peligro por nuestro accionar lamentable de muerte y destrucción.

La interacción, el intercambio, el diálogo; las risas, las lágrimas y los gestos; las palabras “que dicen cosas”; los silencios cargados de emoción. Eso encontré en el taller, una especie de “tiempo fuera” semanal que nos “obligó” a parar para vernos las caras, reconocernos como pares, como papás novatos necesitados de ayuda, de oídos cómplices y compañeros.

Lo que pude sentir es una necesidad imperiosa de ser escuchados por otros sin ser juzgados, coincidir en los aciertos y en las metidas de pata siempre con una sonrisa a flor de labio. Experimenté el gozo de estar con un grupo de gente que no conocía, y sentir al mismo tiempo que nos conocíamos desde siempre.

Estas son solo algunas mínimas e iniciales sensaciones del maravilloso mundo que podríamos tener si nos dedicáramos más a compartir nuestras vidas como una misma experiencia trascendental, sin máscaras ni estúpidas divisiones egoístas. Y son nuestros hijos el máximo capital con el que contamos, y el factor clave en la toma de conciencia que nos espera.

Festejo ese encuentro y me hace muy feliz haber conocido a esas personas en este momento de mi vida. Que perdure.

Luciano Aguirre, papá de IGNACIO






Llegue al curso buscando un lugar donde poder encontrarnos los tres: papá, mamá y Olivia (bebé)… en primera instancia, tratando de lograr que el papá encuentre el deslumbramiento en este segundo hijo igual que el primero ya que viví muy diferente el primer embarazo… note menos interés y preocupación.

Ya con el curso de Contacto intrauterino vi que era el camino para encontrar lo que yo mamá, necesitaba para Oli y para mí, en especial.

Por supuesto que el contacto piel a piel y la sensación de causarle placer con mis manos a mi hija, es algo que me atrae muchísimo porque me encanta dar…

Así llegamos al curso donde rápidamente me sentí cómoda y advertí que lo buscado estaba en ese lugar. Así es que al momento, hoy, después de terminado, al evaluar, veo y noto que fue una experiencia satisfactoria, que me ayudo en emprender el camino para lo buscado… al mismo tiempo me causa placer ver a Olivia disfrutar cuando la toco, cuando la acaricio y cuando la ayudo con mis manos. Además esta Simona que en verdad expresa ya con palabras lo que le gusta… de este modo Silvia quiero expresarte mi alegría enorme por haber elegido este curso y por supuesto seré una vocera más, de las miles que tendrás, ya que además encontré en vos una persona a quien buscar en otro momento con mis hijos… GRACIAS por darnos a los papás la posibilidad de compartir experiencias tan gratas.

También quisiera expresarte mi experiencia con respecto a vos, quien lleva a adelante el curso, creo que también ayuda tu aporte a mi evaluación porque tus maneras y modos, tus palabras a tiempo, tus relatos tan cargados de dulzura y amor, tus tonos de vos y tu tranquilidad, hacen que uno se convenza de que es posible un cambio para esta sociedad que deja tan al margen a los niños, para esta sociedad que necesita que, de una vez empiece a responderse a los gritos de los más pequeños, a esos gritos de falta de amor, cariño, tacto y palabra.

El clima que se logro hizo que de mis entrañas saque a la luz un dolor tan grande, como haber tenido que soportar la separación de mi bebé de tan solo 3 días…sentí tanto tu mano en mis hombros y tu mirada calmo mi llanto por no haber encontrado en mis tan angustiosos 3 días, una palabra que sea de acompañamiento y que entienda que aunque no había riesgos… yo y principalmente Olivia, sufrimos esa separación que no estaba en nuestros planes… Gracias. Encontré realmente un lugar donde poder expresarme y donde poder demostrar que la dureza total no existe… donde uno tiene lugar a expresarse frágil… y donde ver que el dolor es para cada uno cuando cada uno lo sufre… sin parámetros de nada.

Y además haces que uno preste oído y ese ejercicio nunca viene mal, es más creo que esta bueno que se proponga.

Quiero al margen de todo contarte un momento que vivió con sus ojos Gastón pero que me lo contó y me dio tanta satisfacción: Gastón escuchaba desde la puerta que Simi le decía a Olivia:”masajitos…” o algo similar, espero que el en su devolución te lo cuente…. Y cuando se acerco a espiar Simi estaba en la punta del coche haciéndole “la noria” a Olivia… un placer… y pensemos que ella recibe masajes desde ahora, así y desde hace muy poco ve como le hacemos nosotros a la gordi para calmarla… DIVINA!!!!

Nada te lo quería contar.

Un beso enorme… te guardare siempre en mi corazón. Ayelén Carrero (mamá de Simona y Olivia, ORGULLOSA!)

Ayelen Carrero, mamá de Olivia y Simona ( 3 años)


Para mí, el estado de embarazo es la mejor experiencia que nos pudo pasar como genero. Cuando nació Galileo, lo primero que extrañe fue ese contacto tan especial, intimo. El Masaje genera ese acercamiento, ese contacto que a la vez puede ser compartido por el papa, eso es lo maravilloso.

En un primer momento extrañe el grupo de panzas del gimnasio, ese sentido de pertenencia. Pero ese mismo sentir pude lograrlo con el grupo de Masaje, poder compartir experiencias...
Y recuerdo siempre la frase de Mariel (mamá de Malena):

Que fuerte es "SENTIRSE TAN IMPORTANTE PARA ALGUIEN". Cada vez que la recuerdo me emociono.
Gracias por todo.

Carolina Hernández, mamá de Galileo

1 comentario:

Anónimo dijo...

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