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viernes, 20 de julio de 2007

Ser Padres es cosa de Hombres


SER PADRE ES COSA DE HOMBRES

Por Sergio Sinay



Un vínculo es la unión o ligazón que existe entre una persona y otra. En ningún vínculo el contenido está dado de por si, se construye a través de actos, palabras, gestos, actitudes. En la relación que tiene un padre con un hijo, el padre es un creador. Esto hace único a ese vínculo porque, en ningún otro, una persona debe crear a otra para que el lazo sea posible. Todas las otras relaciones que podamos enunciar se dan entre personas que ya existen y a quienes la vida pone en contacto.

Pero, para que haya un hijo ( y una relación padre-hijo) es necesario crear a ese ser. Engendrarlo.

Por supuesto la misma condición involucra a la madre. Pero, en nuestra cultura, solemos dar por sentada a la madre como generadora de vida y no recordamos con suficiente énfasis que el padre es también un dador, un generador de vida. El padre es genitor, es decir, engendra. Genitor es más que Proveedor, más que protector, más que administrador de reprimendas y de penitencias, más que colaborador en la crianza (roles clásicos atribuidos al padre y todavía preponderantes, a pesar de algunos cambios). Es “coprotagonista” en igualdad de condiciones. Su condición de genitor conecta al padre con la noción de responsabilidad. Así, paternidad y responsabilidad pasan a ser conceptos ligados de una manera íntima y entrañable.

Con mucha frecuencia confundimos responsabilidad con obligación, con obediencia ó con cumplimiento. Es una noción bastante insuficiente del término. En verdad, responsabilidad define a la capacidad de responder por las consecuencias de nuestras acciones, la responsabilidad es un atributo de los seres humanos. Como tales contamos con la conciencia acerca de que nuestras acciones tienen consecuencias para nosotros, para otros y para el entorno que habitamos. La responsabilidad sólo puede ser concebida a partir de la existencia de los otros y se define siempre ante ellos.

En el caso del padre, responsabilidad y conciencia se hermanan. Los padres somos responsables de la creación de una vida, somos responsables de nuestras acciones para preservarla, para enriquecerla, para dotarla de valores, para guiarla en la experiencia del amor, del conocimiento, de la creatividad, de la solidaridad, de la compasión, de la empatía. Todo esto es lo que la responsabilidad trae a nuestra experiencia como hombres y como padres.

La responsabilidad es de por vida, y excede a la paternidad. Porque de cómo nos comportemos en el mundo, en nuestros vínculos sociales, familiares, de trabajo, de los valores que prioricemos y pongamos en acción, dependerán las guías, las orientaciones y los modelos éticos que transmitamos a nuestros hijos.

Un PADRE RESPONSABLE es quién podrá equivocarse o acertar (eso siempre se sabe después, por lo tanto es relativo), pero lo hará con un amor manifiesto, declarado y demostrado. La responsabilidad así ejercida genera respeto (no lo impone, sino que lo convoca). Y el respeto da autoridad, un padre con autoridad es lo opuesto a un padre autoritario.

El autoritarismo reemplaza a la responsabilidad. La autoridad, en cambio, es hija de ésta.

Para que la paternidad pueda navegar guiada por el timón de la responsabilidad tiene que ser ejercida con presencia. Poniendo el cuerpo, la palabra , el corazón, la mente en el ejercicio. Paternidad se escribe con “P” de presencia, física y, sobre todo y ante todo, emocional. En el nacimiento de un hijo se inicia un viaje sin fin. Habrá muchas estaciones, muchos paisajes, muchos climas..., y en cada uno de ellos sucederá algo que no había ocurrido antes. No estamos obligados a saber cómo ni a acertar siempre, pero si, tenemos la responsabilidad de ofrecer respuestas ante lo que surja de nuestras acciones.

Para los hombres, tener un hijo es un momento de conexión y asunción de nuestra responsabilidad. De conectarnos con ella o de confirmarla, de hacernos preguntas y explorar respuestas en torno de este valor. Pero, por sobre todo es, una maravillosa oportunidad.

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